El Salvador es sede del XXIII Congreso Panamericano del Niño, la Niña y Adolescentes
En reconocimiento de los avances alcanzados por nuestro país bajo el liderazgo de la Primera Dama Gabriela de Bukele, en la creación e implementación de leyes y políticas que favorecen a las niñas, niños y adolescentes desde la Primera Infancia, como las leyes Crecer Juntos, Amor Convertido en Alimento y Nacer con cariño, así como la implementación de espacios seguros y recreativos para la niñez y adolescencia en zonas antes marginadas y asediadas por grupos criminales, el Instituto Interamericano del Niño, la Niña y Adolescentes (IIN-OEA) seleccionó a El Salvador, entre los 34 países miembros que conforman dicho organismo, como sede del XXIII Congreso Panamericano del Niño, la Niña y Adolescentes.
Durante 3 días, altos funcionarios nacionales e internacionales, expertos en niñez y adolescencia, junto a delegaciones de adolescentes de los países miembros del IIN, intercambiarán experiencias, conocimientos, buenas prácticas en los tres temas priorizados para este año: Primera Infancia, salud mental y movilidad humana, a fin de establecer una agenda regional para el avance en la promoción y protección de la niñez y adolescencia, así como formular recomendaciones que promuevan el bienestar de esta población.
El Congreso Panamericano es uno de los tres órganos que integran el IIN, junto al Consejo Directivo y la Dirección General, siendo un espacio político y técnico, que permite analizar las políticas implementadas por los Estados partes de la Organización de los Estados Americanos (OEA), así como destacar los avances e identificar desafíos pendientes de las políticas para niñez y adolescencia en las Américas y el Caribe.
La Directora Ejecutiva del CONAPINA, Linda Amaya de Morán, ostenta el cargo de Vicepresidenta del Consejo Directivo del IIN, nombrada en la 97° Reunión Ordinaria de dicho Consejo, celebrada en Jamaica en octubre de 2023.
Para El Salvador, es un honor ser por primera vez el país anfitrión de tan importante evento y poder compartir sus avances y experiencias al resto de países, quienes podrán retomar las buenas prácticas y adaptarlas a sus contextos, así como aprender otras experiencias, que nos permitan mejorar y garantizar el máximo potencial de desarrollo de nuestras niñas, niños y adolescentes.